La palabra es dicción interminable. El acto del decir, aunque a veces se oculta, es mar violento, anárquico, sobrecargado de olas impetuosas, pero equidistante de la pasión que se ejecuta en una página en blanco. No puede haber otra razón para la presencia de la escritura que el humo y humus que brotan por los poros.

WEST END & RIVER SIDE

I

Palabras tengo donde tu ciudad muere
en el lila de tu blusa toda de tarde arrepentida.
Fraseos de un rito anagnórisis de luces—sombras
se figuran en tu rostro—perla.
A contracorriente furtivos tus ojos son diagnóstico
de mi semblante.
En mi frente nace tu boca como alondra cautiva,
y las voces tocan el silencio entre notas flotantes de jazz:
and my soul is dead; blue my mind pale your touch.
Todo dice que el humo es bueno,
comensal de mudas historias sirviéndose a la mesa.
Cada uno a su manera mintiéndose...

II

Afuera la tarde exige dos cuerpos
en voto a su tibia llovizna,
a su olor a huesos rotos.
Pide dos sombras desdiciéndose como el agua,
sin dedos que simulen a otros dedos entrelazados.
Dos estatuas escondidas en su soledad:
espejos nocherniegos...
Two bodys alone and twice
sustained by one wind of dry season,
saying good—bye while moving near themselves.
Atrás la ciudad es una espía implacable:
muere sobre el río con mil ojos
que de nada le sirven..